CEERINO NAMUNCURÁ, HIJO DE DIOS, HERMANO DE TODOS
   
  SANTUARIO DE MARÍA AUXILIADORA - FORTÍN MERCEDES - P. LURO
  Santa Teresita del Niño Jesús o Teresita de Lisieux
 
La Santa más grande de los tiempos modernos, según San Pío X.
Teresita nació en Francia en un hogar profundamente cristiano, donde respiró siempre el perfume de la virtud. Sus progenitores eran modelos acabados de esposos y padres cristianos. La pérdida de la madre a los cuatro años de edad fue una experiencia muy dolorosa. A los trece años de edad, por intercesión de la Virgen, se curó de una enfermedad misteriosa. Revela una gran precocidad: desde su infancia mostró una inteligencia viva y anticipada, sensibilidad exquisita y franqueza extraordinaria en reconocer sus propios errores.

A los quince años ingresó en el Monasterio de las Carmelitas de Lisieux, donde sobresalió por su gran progreso espiritual, la disciplina religiosa con la práctica heroica de las virtudes inspirándose en el Evangelio, en el libro “La Imitación de Cristo” y en los escritos de San Juan de la Cruz.
La nota dominante de su santidad es la consumación en el auténtico amor a Dios y al Prójimo. Por eso dejó escrito: “No tengo grandes deseos fuera de amar hasta morir de amor”. Su camino fue el de la “infancia espiritual”, es decir, reconociéndose pequeña y siempre necesitada de la ayuda de Dios. Practicó la pequeñez evangélica, y eso la hizo grande.
Santa Teresita no sobresalió por sus mortificaciones extraordinarias, asumiendo con constancia los pequeños sacrificios ocultos de cada momento; no tuvo carismas extraordinarios; no practicó un método de oración, contentándose simplemente con decir “quiero a Dios”, o una exclamación de agradecimiento y alabanza en medio de la prueba o de la alegría; no hubo en ella acciones ostentosas.
Sobresalió en el amor y en el sacrificio: hubo una primacía en el amor, y el amor auténtico implica necesariamente sacrificio; se abandonó totalmente en manos de Dios y mostró una total fidelidad a su voluntad; en ella todo era sencillo y natural, por eso es una gran santa, Patrona de las Misiones, maestra de espiritualidad, patrona de las flores y de los jardines.
En 1997 fue proclamada “Doctora de la Iglesia” esta Santa humilde, sencilla y de plena confianza en Dios.
 
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